Un grupo de socios de
nuestra Delegación nos desplazamos, el 18 de septiembre de 2018, a Tortosa en
visita cultural para conocer parte de lo que nos faltaba de la ciudad y, en
especial, para pasar un día juntos y estrechar, un poco más, los lazos de
amistad y compañerismo que nos unen. Salimos de Castellón a la 08:30 h. y nos
detuvimos en San Carlos de la Rápita para almorzar; era necesario llenar el
estómago, ya que la comida estaba programa para las 15:15 h.; al finalizar,
continuamos hasta Tortosa donde nos esperaba la guía de turismo contratada.
En nuestro recorrido
por la ciudad, visitamos la Catedral de Santa María de estilos gótico y
barroco, su fachada; los Reales Colegios, que son el monumento renacentista más
importante de Cataluña que fueron declarados en 1974 Monumento Nacional; el
Castillo de San Juan o de la Zuda que es una impresionante fortaleza de origen
musulmán elevada sobre un pequeño montículo sobre el Ebro, desde el que se
domina la ciudad, parte del río y su valle. Este Castillo, en la década de
1970, tras una gran restauración, se convirtió en Parador Nacional de Turismo.
También pudimos
observar en el centro histórico de la ciudad, la antigüedad de sus edificios y la
belleza de las fachadas de algunos de los más singulares, como son la casa de
la Diputación, el Palacio Oliver de Boteller, el Palacio Episcopal, la Plaza de
la Cinta con la Puerta de la Olivera y el Portal del Romeu.
Merece mención aparte,
el monumento conmemorativo de la Batalla del Ebro. Se trata de un monolito
arquitectónico y escultórico situado en medio del Río Ebro a su paso por
Tortosa, que está incluido en el inventario arquitectónico de Cataluña. Con la
llegada de la democracia, el Ayuntamiento retiró algunos de los símbolos
marcadamente franquistas. Como consecuencia de una gran controversia local,
hubo una votación para retirar el monumento, pero ganó el no por una apreciable
mayoría. Sin embargo, la guía nos dijo que es improbable que supere los filtros
de la nueva ley de la memoria histórica.
Al terminar la visita,
nos trasladamos a Riomar para efectuar la comida en una marisquería del delta.
La lluvia nos sorprendió por el camino, pero tuvimos la fortuna de que cesó al
llegar al restaurante, aunque el suelo estaba encharcado y cubierto de
cangrejos que huían de los arrozales inundados. El traslado del autobús al
Restaurante lo resolvieron los empleados de la marisquería con la colocación de
pallets entre el autobús y el comedor, con lo que evitaron que nos mojásemos
los pies, cosa nada agradable.
Terminada la comida y
dado que el tiempo seguía amenazando lluvia, regresamos a Castellón bastante
satisfechos de la jornada vivida, ya que la lluvia prácticamente no influyó en
el desarrollo del programa.
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