El día 20 de junio de 2019, 30 socios pertenecientes
al Voluntariado de la Hermandad realizamos una visita turística a Catí y Ares
del Maestre.
Esta excursión se enmarca en el programa de
actividades y convivencia del personal perteneciente al Voluntariado de la
Hermandad de Veteranos. También se puede considerar como un pequeño premio a
los voluntarios, los cuales, altruistamente, colaboran, durante todo el año, con
el personal profesional de los tres centros de mayores que apoyan: El Asilo de
Ancianos de Castellón, Residencial Castellón y Residencia de 3ª Edad El Pinar.
Salimos a la 09:00 h. de Castellón, la mañana era
magnífica, ni frío ni calor, y el ambiente estupendo, todo el mundo con la
sonrisa en los labios y el ánimo alto.
En Catí, de después de tomar un pequeño refrigerio,
iniciamos la visita de su centro histórico el cual posee un notable atractivo
medieval en sus calles estrechas y hermosos edificios, entre los que destacan
la Lonja o Casa de la Villa, la Casa de los Miralles, la de los Monserrat y la
de la Plaza. Mención especial merece la iglesia, gótica, de la Asunción en la
que sobresalen su bello techo esgrafiado, el famoso retablo pintado por Jacomart,
pintor valenciano del siglo XV, y la capilla de la comunión, adosada a la
iglesia, en la que son dignas de admiración sus bóvedas y paredes totalmente
decoradas con pinturas murales.
Terminada la visita de Catí, nos trasladamos a la
zona de la Font de l`Avella, situada a unos 5 km. del pueblo y a unos 900 m. de
altitud. Alrededor de la fuente existen diversas construcciones entre las que resaltan
el Balneario y, especialmente, la ermita de la Virgen de l`Avella, una verdadera
joya en plena sierra; es tan bonita que, popularmente, es conocida como “la capilla Sixtina del Maestrazgo”.
Por la tarde, después de comer, nos trasladamos a
Ares del Maestre. El pueblo está situado al pie de la muela de Ares y sorprende
por su situación, ya que se encuentra a 1.195 m. de altitud. En Ares destacan
los restos de su castillo templario, la iglesia de la Asunción, que nosotros
visitamos a pesar de estar en plena restauración, y la lonja. Subimos hasta el
pie de la muela, aunque algunos ascendieron a lo más alto de la misma, y desde los
diversos miradores existentes a lo largo de la del acceso, contemplamos
magníficas vistas.
Concluidas las visitas, regresamos a Castellón un
poco cansados pero contentos por la jornada vivida en estos dos bellos pueblos
del alto Maestrazgo, los cuales, en su día, fueron declarados bien de interés
Cultural.
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